Detienen en Caleta al asesino del docente Néstor Herrera - La Vanguardia Noticias del Sur

2022-07-02 19:15:47 By : Mr. Kent Wong

En 2003 fue condenado a 19 años de prisión por el crimen del docente Néstor Herrera, ocurrido un año antes en un departamento de la Torre 4 del complejo habitacional.

Personal de Brigada de División Unidad Operativa Federal Caleta Olivia de la Policía Federal Argentina detuvo este miércoles a la tarde a Jorge Roberto Castillo, de 46 años. Residía en la calle Nehuen al 3.000, en la periferia de la zona de Chacras de la ciudad santacruceña.

Castillo tenía pedido de captura por rebeldía desde hace unos 4 años, a solicitud de la Oficina Judicial Comodoro Rivadavia, en el marco de la causa por el homicidio del docente Néstor Herrera, ocurrido en la Torre IV en el año 2002. Había sido condenado a 19 años de prisión, pero al gozar de salidas transitorias debía cumplir con ciertos requisitos. Dejó de hacerlo y por ello el juez Martín Cosmaro ordenó su captura.

"EL DEGOLLADOR" DE LA TORRE 4

La historia completa del crimen la publicó en 2015 Letra Roja, el suplemento de El Patagónico. Entre el 30 de abril y el 1 de mayo de 2002, Castillo protagonizó uno de los crímenes más aberrantes en lo que va del siglo en Comodoro Rivadavia: degolló al docente Néstor Herrera con un cuchillo con el que lo atacó por la espada para finalmente escapar en el automóvil Volkswagen Gol de la víctima y llevarle los zapatos, joyas y el reloj. Dejó sus huellas en el espejo retrovisor del auto y en los azulejos del baño. Lo detuvieron en Caleta Olivia cinco días después.

Conocido como "Tony" en su ciudad, Castillo se convirtió en mayo de 2002 en "el degollador" de la Torre 4, el mismo complejo habitacional en el que pocos años antes Marcelo Alejandro García cobrara fama luego de matar y descuartizar a Magda Silva.

Castillo residía en Caleta Olivia y desde allí vino en los últimos días del mes de abril para quedarse hasta el 1 de mayo en la vivienda de Herrera, un docente nacido en San Fernando del Valle de Catamarca.

El crimen tuvo lugar en el departamento "B" del piso 9 de la Torre 4 del complejo y luego del mismo el homicida tomó las llaves del automóvil Volkswagen Gol de la víctima, una campera marrón, medallas y hasta un par de zapatos marrones con cordones y suela de goma. También le llevó hasta el reloj al muerto y una cámara fotográfica que guardó en un bolso negro de tela de avión.

El gabinete de Criminalística, a cargo del comisario Claudio Spagolla, se encargó de levantar gran cantidad de indicios en el lugar, como las colillas de cigarrillos y las huellas palmares de los azulejos del baño. Del cesto de basura incluso incautaron un paquete de cigarrillos marca Philips Morris.

Se trataba de un homicidio sin piedad. Castillo había atacado por la espalda en la intimidad de la habitación a un Herrera totalmente desprotegido. Otro Herrera, Oscar, fue el juez de instrucción que trabajó en el caso.

Castillo, nacido el 5 de enero de 1977 en Esquel y de oficio panadero, había dado muchos pasos en falso en la búsqueda de escapar del crimen. Se llevó el vehículo Volkswagen Gol de su víctima para ir hasta la terminal de ómnibus y lo abandonó en Almirante Brown casi esquina Pellegrini. Allí dejó dos rastros dactilares importantes. Los peritos levantaron la muestra del vidrio de la ventanilla delantera derecha y otro del retrovisor, al que debieron extraerlo por completo: Castillo había acomodado el espejo a su posición en la butaca.

EL CUÑADO LO ENCONTRO

El cuerpo de Herrera fue hallado el 2 de mayo de aquel 2002 a las 0:40 en su departamento. Lo encontró muerto su cuñado, que tenía llave para alimentar a los dos gatos siameses. La puerta del departamento estaba cerrada sin llave, solo con el pestillo de la cerradura.

El cuñado de la víctima -que esa madrugada concurrió con sus hijos- comentó en los albores de la investigación que Néstor era docente e integraba la comisión que estaba en huelga. Había viajado el 26 de abril a Rawson en reclamo de mejoras salariales. Con esa primera información, y aún sin analizar los indicios totales, los investigadores temían que lo hubiesen matado por su actividad sindical. Sin embargo, con el correr de las horas la hipótesis del homicidio agravado por el robo comenzó a barajarse cuando las hermanas de la víctima reconocieron los objetos que faltaban.

El domingo 28 de abril, a las 10, Herrera había llamado por teléfono a su cuñado diciéndole que esa tarde tenía una reunión con los docentes, por lo que no iría a la casa, como tampoco los días subsiguientes, ya que estaría ocupado. Le dijo que le hablaba de un teléfono público porque el de su vivienda no funcionaba. El lunes 29 Javier, otro integrante de la comisión docente, comenzó a preguntar por Herrera, ya que le extrañaba que se hubiera ido sin llevarse la plata que juntaba de la recaudación. Fue por la insistencia de este hombre que su cuñado pasó por el departamento y se encontró con un cuadro que no olvidaría jamás.

De los dos gatos solo había uno, ya que al restante el asesino lo había tirado por la ventana. El dormitorio de Herrera estaba cerrado con una puerta plegadiza y con traba puesta desde afuera. El primer llamado de alerta fue dado al Cuartel Central de Bomberos.

Herrera vivía solo y no prestaba el auto a nadie que no fuera de la familia. Los testimonios daban cuenta de que se lo veía acompañado al menos una vez al mes por un joven que lo llamaba "tío". No era otro que Castillo, por entonces de 25 años. Con dos testimonios concretos, uno de ellos el de su sobrina, se confeccionó un retrato hablado de ese acompañante. Era un joven de entre 25 y 30 años con barba, delgado, de 1,60 metros de estatura y cabello castaño oscuro. Los dos retratos con testimonios diferentes coincidieron en todos los aspectos.

Ramón, el portero del edificio, dijo que el 27 de abril vio al sospechoso y a Herrera juntos, volviendo de hacer las compras. Incluso aportó una de las pistas más importantes. Una mañana llegó a las 7:55 al lugar en su vehículo y se quedó en el mismo haciendo tiempo cuando vio a Castillo salir de la Torre 4 con dos bolsos, uno colgado al hombro y el otro -de color negro- en la mano derecha.

Comentó que Castillo había caminado hacia el vehículo Gol que estaba allí estacionado y que pertenecía al preparador físico de Gimnasia y Esgrima. Abrió el auto, se sentó en el asiento del conductor y mirando el interior aparentemente se dio cuenta de que no era el auto que buscaba, por lo que salió presuroso rumbo al rodado de Herrera. El sospechoso se bajó y entró otra vez a la Torre 4, ya sin los bolsos, y a los 10 minutos volvió comiendo una manzana, se subió al auto y se fue.

Lo que más le llamó la atención al portero fue que el joven condujese el auto porque siempre lo hacía Herrera. Se trataba de Castillo, el homicida que huía tranquilo del lugar del crimen. Por su parte, dos empleados de la recolección de basura comentaron que uno de los gatos siameses apareció muerto en el contenedor.

La Brigada de Investigaciones, con la ayuda del retrato hablado, pudo identificar a Castillo que el lunes 29 de abril a las 20 habría abordado junto a un testigo clave el colectivo de Caleta Olivia con destino a Comodoro. Allí le había dicho Castillo que venía a visitar a un amigo que vivía en Las Torres.

El 1 de mayo a las 8:30, a ese mismo testigo Castillo le golpeó la puerta de la casa para pedirle un boleto o un peso porque decía que se tenía que ir a Caleta y se había quedado sin plata.

El 6 de mayo, con todas las pruebas reunidas, Castillo fue detenido en Caleta Olivia y trasladado a la alcaidía de Comodoro. En su contra había muchas evidencias. Guardaba en su casa del barrio 2 de Abril de Caleta Olivia la campera marrón de la víctima con cuello de piel, una medallita con la inscripción de Cristo de un lado y la Virgen del otro, y otras medallas, una de ellas con la inscripción "N.H."

Incluso los investigadores encontraron en su casa los zapatos del malogrado docente que en la suela derecha tenía escrito su apellido por el zapatero Hugo Villegas, al que el docente le había llevado el calzado para que le pusiera la horma y le quitara unas tiras de cuero que cruzaban por encima de los cordones.

También encontraron el reloj pulsera marca "JapanNavt", el bolso negro y la cámara fotográfica. Incluso tenía todavía guardada la llave del Gol de Herrera y hasta el cuchillo de mango de madera recubierto con alambre dulce.

El análisis escopométrico coincidió plenamente en que los rastros de sangre encontrados en la sábana -producto de la limpieza del cuchillo sobre las mismas- eran compatibles con la hoja del secuestrado en su vivienda. El estudio de luminol arrojó que en el cuchillo había presencia de sangre en la unión del cabo y la hoja.

La fiscal Liliana Ferrari, titular de la Procuración Fiscal Nº 2 de impecable investigación junto a los sabuesos policiales, calificó el hecho como "homicidio agravado en concurso real con hurto, en concurso real con hurto de automotor".

El 19 de mayo de 2003, el fiscal de Cámara, Carlos Moreno, pidió que se lo juzgara a Castillo por homicidio calificado por haber sido cometido con alevosía, en concurso real con hurto simple en concurso real con hurto de automotor. Dijo que la muerte se encontraba agravada por haber sido alevosa, teniendo en cuenta que la víctima se encontraba privada de ropas, como así la especial relación que tenía con el acusado encontrándose inerme. Dijo que no había signos de lucha, que fue herido en la espalda y que se encontraba desvalido. Y pidió que se le aplicara al acusado la pena de prisión perpetua.

Para el defensor Fernando Serer, el crimen que había ocurrido en la habitación y con la víctima que solo vestía un calzoncillo de color naranja, era un crimen con características netamente pasionales. Y que la violencia de la agresión estaba dada por la emoción.

Finalmente, los jueces María Gerzicich de Scapellato, María Elena Nieva de Pettinari y Luis Daniel María Pintos -de la Cámara Primera en los Criminal- condenaron a Castillo por "homicidio simple, en concurso real con hurto agravado por el uso de la llave verdadera sustraída y por ser del automotor en la modalidad de delito continuado" a 19 años de prisión que en 2015 cumplía en la Penitenciaria 9 de Neuquén luego de su paso por la U6 de Rawson. Su última visita extraordinaria de 20 días, según figuraba en su prontuario judicial, era del año 2008 a Comodoro Rivadavia.